viernes, 12 de noviembre de 2010

Veintisiete menos ocho, es diecinueve.

A raíz de un posteo que en Twitter días atrás hizo Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, haciendo referencia a los 6 años de gobierno de Raúl Alfonsín en 27 años de democracia, vino a mi mente de manera casi instantánea, la proporción de años de gobiernos peronistas que llevamos con respecto a los de radicales, y como era de esperarse las incongruencias fueron asombrosas.

Si en 27 años que llevamos de democracia, hemos vivido 8 años de Radicalismo (por resumirlo de cierta manera), nos quedan unos 19 años de gobiernos peronistas, ¿verdad? Si, usted leyó bien. Casi el triple de tiempo hemos estado con el “gobierno del pueblo”.

Ahora me pregunto: ¿por qué casi con el triple de años de gobiernos peronistas cada vez hay más pobres en el país? Vale aclarar que me refiero a los pobres “reales” y no los del IndeK.

Suponiendo que el Peronismo es un partido "NACIONAL, POPULAR y PROGRESISTA" por excelencia (como se jactan por definirlos sus simpatizantes) y triplicando su tiempo al frente del Estado Nacional ¿por qué la clase trabajadora esta cada vez peor?, ¿por qué cada vez estamos más atrasados como país frente al mundo? ¿Qué pasa entre el slogan “nacional, popular y progresista” y la realidad?

La respuesta por cierto aunque parezca compleja, es mucho más que simple.

Quizás a más de uno, en el párrafo anterior le haya hecho eco la palabra“POPULAR”, aunque debo asegurarle que en tal vez en realidad lo que a usted le haya hecho más eco sea su significado o, mejor dicho su “traducción al argentino” que no es popular, sino “populismo”.

El populismo es la filosofía política o estilo retórico que sostiene que los intereses de las personas comunes están oprimidos o son obstaculizados por la “elite” de la sociedad, y que los resortes del Estado necesitan ser recuperados de esta elite apropiadora y utilizados para el beneficio y progreso de la gente en general. Un “populista” es, por lo tanto, alguien que adecua su retórica para atraer las preocupaciones económicas, sociales, y de sentido común del promedio de la gente.

El peronismo señores, para bien de algunos o para mal de muchos, es populista y siempre lo ha sido. Nunca llegó a tener la coherencia que han tenido las grandes corrientes del pensamiento, tanto de derecha como deizquierda en el mundo, no obstante ellos, se atreve a permanecer distante de esas ideologías. Se trata de una oronda pretensión, porque el populismo peronista nunca logró definirse con claridad más allá del corporativismo, el distribucionismo irresponsable o la demagogia que ha estado siempre presentes en sus diversas manifestaciones.

Parafraseando al ex ministro de economía y peronista por sobre todas las cosas de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, Roberto Lavagna: “el populismo funciona cuando funciona la caja, cuando la caja se termina, el populismo entra en crisis y eso le abre la puerta a la derecha”.

El peronismo no solo es populista. El peronismo es fascista.

Ahora bien. El génesis del peronismo, tiene dos vicios de origen, ya que es un desprendimiento de características fascistoides de un bloque de poder autoritario y no emergió como PARTIDO sino como “movimiento”, lo que habla de una concepción originaria de la política alejada de las concepciones pluralistas y participativas prevalecientes en las democracias modernas. El peronismo fue un subproducto de la quiebra del poder militar durante su intento de conseguir apoyo social y que, por lo tanto, es autoritario de pura cepa y sus vicios de origen lo condiciona y determinan hasta límites inimaginables.

Para resumir un poco el primer gobierno de Perón, persiguió y encarceló a opositores en todo el país, entre ellos Ricardo Balbín, a pesar de la inmunidad que lo amparaba por su condición de legislador. También removió de sus cargos a jueces y docentes que no estaban afiliados al partido. El culto a la personalidad alcanzó niveles superlativos, a punto tal que en una gran cantidad de localidades fueron rebautizadas con los nombres de Perón y su segunda esposa. En los libros de texto de las escuelas primarias se aprendía a leer practicando los nombres del matrimonio presidencial y era imposible tener alguna posibilidad de éxito social si no se rendía pleitesía al poder político.

Para aquellos que no recuerdan el populismo peronista empezó a gestarse a principios de la década del 30 cuando Uriburu lideró un golpe militar de ideología fascista en el que participó Perón. Por ejemplo, en su autobiografía Perón dice haber tenido “el privilegio” de conocer “un hombre tan grande como Mussolini” y en un reportaje de 1965 sostuvo que los partidos políticos son un “andamiaje demoliberal”, mientras alababa al fascismo porque “restituye el poder de las corporaciones y marcha hacia el estado sindicalista”. Entonces, ¿de que carajo (con el perdón de las mujeres que están leyendo esto) me viene hablar los peronistas, cuando uno por no estar de acuerdo con sus oportunistas y populistas ideologías, nos tildan de fachosu oligarcas?

Retomemos la charla.

Por otra parte, deberíamos también en descargo del peronismo y también para comprender mejor el origen de estas grandes simplificaciones en las que ha caído este “partido” o “movimiento”, ya que de partido muy poco tiene, que algunos piensan que en la década del 40 el oponente estructural de los “explotados” y “excluidos” no era todavía la incipiente “burguesía industrial” sino la todavía “oligarquía terrateniente”, razón por la cuál para muchosmarxistas era incorrecto trasplantar esquemas clasistas ortodoxos a una sociedad “precapitalista” como la Argentina de entonces. Precisamente por eso, desde el primer día de su existencia, el sector agrario se transformó en su blanco predilecto, en el GRAN ENEMIGO (pero muy necesario como fuente de recursos), ya fuera porque conspiraba contra la idea el la comunidad organizada o porque era la clase hegemónica que “se había adueñado del aparato del Estado”.

Recordemos entonces, la 7º de las “20 verdades Peronistas”: “Ningún Peronista debe sentirse mas de lo que es, ni menos de lo que debe ser. Cuando un Peronista comienza a sentirse mas de lo que es, empieza a convertirse en oligarca”.

Siempre observaremos repetidas alusiones hacia la oligarquía, los fascistas, los golpistas, gorilas y demás adjetivos que el Peronismo acostumbra a utilizar para tildar aquellos que por tener la capacidad de observar más allá del árbol que les tapa el bosque, no opinan del mismo modo que ellos.

El peronismo es demagogo.

La demagogia es una estrategia política para ganar poder invocando los prejuicios, las culpas, los temores y las expectativas de la gente a través de una retórica apasionada no desprovista de propaganda. Y recordemos que la propaganda es perjudicial cuando pretende movilizar instintos o estados de ánimo en sustitución de los procesos reflexivos.

Los demagogos no usan la lógica ni la ciencia para persuadir, sino falacias, mentiras, medias verdades, omisiones y falsedades para precipitar al público desprevenido y escasamente crítico a caer en erróneas conclusiones. En suma, parafraseando al humorista norteamericano Henry Louis Mencken, “un demagogo es alguien que predica doctrinas que él sabe que no son verdades a hombres que él sabe que son idiotas”.

Para ser justos, no se trata de idiotas sino de ciudadanos desprevenidos, o simplemente desinformados, que no están en condiciones de evaluar circunstancias complejas. Para ellos, desafortunadamente, siempre está la posibilidad del engaño y la mistificación por parte de los inescrupulosos demagogos políticos, en este caso peronistas.

Vale aclarar, que hay demagogos, de izquierda y demagogos de derecha. Esto quiere decir que están en todos lados, aunque en Argentina están casi todos en el Peronismo.

En el plano “estrictamente político”, el peronismo no ha sabido desarrollar un modelo de democracia moderna y participativa que pudiera servir de marco institucional para el desarrollo económico en los tiempos de cambio que le toco vivir.

El peronismo es corporativo por derecha y revolucionario por izquierda. Woow! Que combinación! Las dos son concepciones colectivistas en las que las libertades públicas están acotadas porque cada estamento social tiene una posición asignada y una responsabilidad acorde con esa posición. Son, sin embargo, posiciones antagónicas porque una niega la lucha de clases y la otra la promueve, pero en ambos casos se observa como característica predominante y excluyente del tergiversador movimiento peronista suvirulento populismo.

El peronistas no tienen pasado. Los peronistas nacen todos los días.

Esta claro para quienes conocemos la herencia que nos dejó Menem que las grandes contradicciones del modelo venían de antes, pero fue el presidente radical quién finalmente se fue del gobierno cargando sobre sus espaldas una enorme condena social. Es cierto que también el menemismo fue socialmente censurado por lo ocurrido en la década de los `90, pero lo extraordinario es que esa censura no recae sobre el peronismo en general. Tanto es así que muchos de los funcionarios de Menem están hoy con Cristina Kirchner y han estado con su difunto marido. Y como las culpas recayeron sobre un solo hombre y no sobre el movimiento, como debería ser, ahora volvió el Peronismo para resolver los problemas que el mismo peronismo había creado.

Con estos artilugios el PJ pretende no tener pasado institucional y no se hace cargo de lo actuado en sus gobiernos anteriores. Primero gobernó Duhalde y ahora los Kirchner en sus dos versiones, en medio de lealtades agotadas, brutales traiciones y giros copernicanos dentro de una misma agrupación política. Es como si Menem nunca hubiera sido peronista, como si Kirchner nada le debiera a Duhalde o, peor aún, como si los que hoy acompañan al kirchnerismo hubieran estado de vacaciones en un aljibe durante los años ´90.

Ninguno de ellos se hace responsable de nada y creen que nadie los vio durante esos años. Piensan que nadie sabe que fueron partícipes de todo lo ocurrido durante el menemismo o que “los disturbios del 2001” fueron un fuego encendido en el Gran Bs. As. por intendentes peronistas, entonces aliados a Duhalde, que luego saltaron al kirchnerismo porque siempre están con el que gana y “maneja la caja”. Que habilidades más notables las de los peronistas y que éxito tienen para parecer inocentes cuando son los únicos que en realidad han gobernado en los últimos años.

Pero todo esto parece importar poco y ya nadie sorprende que Kirchner haya acusado a Duhalde de ser “un padrino mafioso”, que Menem diga que Kirchner “le mordió la mano a quién de dio de comer” o que Menem sea, para Duhalde y los Kirchner, “el innombrable”. Tampoco llama la atención la increíble “labilidad que mostraron los peronistas para sepultar su entusiasmo neoliberal de los `90 y reinventarse en clave populista y nacionalista”.

Por eso, si usted piensa que porque ahora quines están en el poder se autoproclaman progresistas no repetirán las tristes páginas que el peronismo ha escrito en las últimas décadas, permítame decirle que está equivocado.

Todos sabemos que su pasado los condena. El origen de este “actualizado y renovado” peronismo es Montonero, o al menos son sus apologistas, y no hay que olvidar que los montoneros, miembros de una agrupación terrorista nacionalista y católica, que tenían como mentor ideológico a Rodolfo Puiggrós, nada tienen de republicanos o democráticos.

Ustedes, que son personas sensatas, seguramente lo estarán pensando, pero igual permítanme que se los diga: así como la muerte es un horizonte de la medicina, el peronismo nos recuerda que el caos y la anarquía siempre están en su anunciado y previsible horizonte político.

Mi intensión en esta nota es sólo poner un poco de resistencia a la demagogia nacional de pensar que lo masivo es siempre lo mejor.

Un cáncer mientras mas grande se hace, más se multiplica, más crece y se reproduce. Sus células se benefician de esta expansión y cada vez son más. Pero todo tiene un precio. Todo a costa de exterminar al organismo que lo aloja. Del mismo modo, esto pasa con el peronismo. Mientras más son peor es. “No hay nada mejor para un peronista que otro peronista” y esa es la fórmula: póngase la camiseta del partido del "pueblo" y no importa si es de derecha, izquierda, fachista o liberal. Sinceramente, no importa.

Sea peronista y sus "compañeros" que no tienen otro interés que el de estar en el poder por la "Causa Nacional y Popular" (hoy un slogan y totalmente distinto a lo que pensó Perón y Jauretche o Scalabrini Ortiz), lo apoyaran y votaran, a costa de fundir al país, robar, destruir a los mas marginados, a la clase media e irse impunes.

Los peronistas no son hormigas, sino cigarras y siempre gastan más de lo que ganan. Esta es la característica que siempre los ha distinguido. Si el peronismo tuviera los dos últimos huevos de la tierra, en lugar de empollarlos para que nunca se acaben las gallinas, haría seguramente una exquisita tortilla.

Estos no es una afirmación en el vacío, sino lo que ha caracterizado a la política de los últimos años y en esta nota trato de demostrar la otra realidad, la que nunca se cuenta, la que se esconde y se tapa por el bien del“populismo peronista”.

La primera reacción que muchos tendrán después de leer esto, seguramente sea tratarme de gorila. Un peronista siempre te tarta de "gorila" cuando le refutas algo. Primera falacia: atacar a la persona y no a lo que dice. Ellos nunca argumentan siempre tienen el espíritu patotero de señalar con el dedo a quien no piense como ellos y catalogarlo con diferentes calificativos.

Este nota no tiene por objeto enunciar que existe un “enemigo”, que hay que matar a alguien, eliminarlo u otras de esas barbaridades que nos atribuyen y de las que se agarran los "compañeros" para victimizarse. Es más, es poca mi esperanza de que mis palabras o notas aquí escritas sirvan para cambiar algo, a lo sumo es un mero acto de resistencia que me servirá para hacerme sentir mejor y tal vez a otros para que no se sientan tan solos en medio de tanta estupidez colectiva.

Ahora, termino mi nota con más dudas que respuestas. Pensé que tal vez algunas podrían llegar a aclararse, pero no es así, al menos así no lo siento. Algunas de ellas las comparto, y otras prefiero dejarlas a su criterio.

Mi querido “compañero peronista”, le pido me responda “amablemente”, si es que está a su alcance, alguna de estas dudas:

¿Por qué la corporación sindical hace política, usurpando el lugar de los partidos reconocidos? ¿Por qué los sindicatos controlan las obras sociales si los aportes, al ser obligatorios, son dineros públicos? ¿Por qué el manejo de estos fondos es poco trasparente y se producen desviaciones de recursos para la militancia política? ¿Por qué la mayoría de los sindicatos, que pertenecen a TODOS los trabajadores, son “oficialmente” peronistas? ¿Por qué el gasto social, administrado de manera clientelista, ahora sirve para alimentar políticamente a las agrupaciones piqueteras que operan, igual que los sindicatos, por afuera del sistema político y por encima el sistema de representación? ¿Por qué hay un partido político que promueve y estimula todo esto?

Llevamos 27 años de democracia y 19 años de Peronismo. ¿Por qué estamos como estamos?

En Argentina hay dos maneras de reproducir al peronismo. Una es ser peronista y la otra es no saber lo que es el Peronismo.


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