sábado, 12 de febrero de 2011

ABUELO, CUENTAME UN CUENTO.



Siglo XXI.En poco tiempo, apenas 30 años, nuestro mundo ha dado un cambio radical, avances tecnológicos a nivel espacial, industrial, médico...etc.


Pero...y el ser humano?


Soy de un pueblo no demasiado pequeño, pero tampoco demasiado grande como para que no nos conozcamos.


Recuerdo que de niña nuestros juegos infantiles se desarrollaban en la calle, daba igual que hiciera frío, calor, lloviera o nevara.


No teníamos play, ni móviles...nos las apañábamos muy bien para pasar una tarde agradable. Colegio, merienda y a jugar... luego deberes, cenar, lavarse y a dormir.

Los veranos eran mejor aún, la gente mayor sacaba una silla a la puerta junto con los demás vecinos y allí pasaban parte de la noche de tertulia, mientras nosotros salíamos a la plaza a jugar a todo lo que se nos ocurría.



Una de las cosas para todos normal, era el tener a los abuelos en casa, era impensable que esto no ocurriera.

Todo ha cambiado... demasiado!


No hay juegos en la calle, ya no están las madres en casa para dar la merienda y tampoco están los abuelos para que te cuenten sus vivencias, te den su cariño, ya no come toda la familia alrededor de la mesa... y tantas y tantas cosas.


Reconozco que nuestra calidad de vida a aumentado, pero con ella nuestro egoísmo, incomunicación, insolidaridad...etc.


Hombres y mujeres que han trabajado durante toda su vida, que han vivido y han sufrido penurias, hambre, frío...pero han sacado a su familia adelante.


Muchos de ellos han creado empresas prosperas, que luego han seguido sus hijos, a muchos de ellos les han dado una carrera, con el esfuerzo que ello suponía, la cual ha permitido que hoy vivan cómodamente e incluso mientras estos se valían por si mismos han ayudado con los nietos.

El pago a toda una vida de esfuerzo, trabajo y pocas satisfacciones, eso es lo que estamos enseñando a nuestros hijos, esto es lo que podemos esperar nosotros, pues a veces creo que pensamos que nosotros nunca llegaremos a esta etapa, que nunca nos pasará.



Siempre hay un momento para una palabra amable, una sonrisa, una caricia, un beso. Cuando les despiertas, mientras les aseas, les vistes, les das de comer. No cuesta ningún trabajo y la gratitud que ellos te muestran en sus palabras y en su mirada, es el mejor regalo que te puedes llevar.
A todos esos hijos que tiene sus padres en estos lugares, solo decirles que hagan el esfuerzo de recordar todo lo que han echo por ellos y que por un momento, se pongan en su lugar.


MAÑANA PODRÍAS SER TÚ!








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