Para comprender el mundo mejor me gusta hacer símiles. En este caso comparo a la ideología política con la religiosa. Del mismo modo que un cristiano puede ser cristiano y saber que la ciencia a demostrado que el ser humano procede de una evolución y no ha sido colocado por Dios tal cual en la tierra, un político puede ser de una ideología concreta pero debería saber qué dice la ciencia a cerca de las medidas que hay que tomar en una situación concreta para solucionar un problema concreto.
Siguiendo con los símiles, para mí la política actual se parece mucho al mundo deportivo. Hay normalmente dos grandes equipos a los que la gente sigue ciegamente porque un día decidieron, por algún motivo, ser seguidores. Desde ese momento son incapaces de ver las virtudes del contrario y en su cabeza tienen una clara distinción entre buenos y malos, pase lo que pase. Y esto trasladado a la política creo que no es un buen funcionamiento democrático. Ya que la gente esta tomando decisiones basándose en un sentimiento muy parecido al sentimiento de la afición de un determinado equipo deportivo. Es decir, está votando basándose en sus emociones y no en la razón.
Pero, ¿Cómo podemos votar con la razón? Para mí la única solución es usar el mismo método que una empresa seria utiliza para seleccionar a sus empleados y gestores. El currículum. En primer lugar, en el currículum debería de aparecer una formación mínima para todo los políticos equiparable a la formación que se le exigiría al gestor de la empresa más grande del país. Si para ser maestro se exige una licenciatura en magisterio, si para ser médico se exige ser doctor, si para ser barrendero municipal se exige aprobar unas oposiciones, porque no se exige nada a nuestros políticos. Esa situación me parece una locura y una vergüenza. Para mí uno de los primeros requisitos del gobernante es que estuviera como mínimo entre las 100 personas con más formación del país y que estén especialmente preparados en economía, gestión y dirección de empresas, pues es a lo que se van a dedicar. Otros aspectos a tener en cuenta sería su experiencia, los méritos y éxitos conseguidos, incluso sus gustos y aficiones. Lo que menos me interesaría de su currículum sería su ideología política. Con esta información en la mano es con la que realmente puedo tomar una decisión racional. El programa político no me sirve, ya que eso sería admitir que yo sé qué medidas debe tomar un país. Admitiendo mi ignorancia yo no sé lo que hay que hacer, solo quiero que el que nos gobierne sepa que es lo que hay que hacer. El programa político podría servirme para medidas morales como son las que tienen que ver con el aborto, la eutanasia o la solidaridad, pero sólo con el programa no podría tomar una decisión racional.
Esta es mi visión de la política y creo que no es una utopía ya que es cómo se gobiernan la mayoría de las grandes empresas, solo que en esta empresa de la que hablo son los clientes los que eligen a los gerentes. ¿No os parece posible?
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